EXPRIMIR-CEDIENDO, CEDER-EXPRIMIENDO
Paralelismo o
transversalidad entre la política de D. Trump hacia Cuba y las recomendaciones
de los taques pensantes estadounidenses.
Exprimir-cediendo, ceder-exprimiendo parecerían que no pasan de ser, para el señor presidente Trump,
una suerte de juego de palabras sin lógica alguna. Todo lo contrario del
sentido que tuvo para quien lo antecedió en el cargo que hoy ocupa. Esta
relación de términos antagónicos, en la opinión de no pocos analistas
políticos, se constituyó en la clave de la, no siempre visible, intención de Obama
de lograr en Cuba los cambios que al gobierno estadounidense le son convenientes;
a través de las vías más expeditas y ensayadas. Aquellas que consisten en
lograr una real posición política constrictora desde una aparente situación en
la que se afloja, flaquea o cede.
Sin ánimos de hacer muchas comparaciones formales, entre los dos últimos
inquilinos de la casa blanca en esta oportunidad es pertinente significar que frente
al dominio que de la elocuencia del primer presidente negro de los Estados
Unidos, las intervenciones hechas por Trump, al pronunciarse en relación a la política
que regirá las relaciones de su gobierno con Cuba, tiene un único calificativo:
plazoletada; expresión martiana que designa un pésimo uso de la palabra, en
público.
Sus ademanes desacompasados y parcos, su voz incolora, lo voluble de su
pose, sus típicas inflexiones de reality show, reforzadas por un cartel de
fondo que lo coloca justo en medio de una altísimo y muy peligroso linaje de
terroristas, vienen a ser reforzados por una funesta asesoría de quienes en
relación a Cuba, bien pueden confundir, en nuestro medio, a un chicharrón, con un
supositorio.
Desestimando que los cubanos sean el ombligo del mundo, (a pesar de que
hasta hace poco, solo por serlo, podían exilarse en EE. UU) y que Cuba fuera tan
importante como para que el presidente más podero$o del planeta actué
gratuitamente para su pueblo, se asume que las funciones hasta hoy ofrecidas no
son para los cubanos que viven en Cuba, ni para la mayoría de los que trabajan en
los Estados Unidos y añoran regresar alguna que otra vez a su barrio. Tampoco para
el 73% de los ciudadanos de ese país que hoy respalda el fin del bloqueo. Semejante
conducta solo la asume quien mucho y a muchos debe y a todo costo, por obligación,
paga.
De ahí que,
sin reparar en lo formal, en estas notas se prefiera ir al fondo de los edictos
de Trump y en torno a su esencia preguntar: ¿Realmente el magnate cree que aumentar
las restricciones de viajes a Cuba; oponerse a las convocatorias internacionales
que piden el fin del bloqueo; limitar los viajes con fines educativos no
académicos y exigir que estos se tengan que realizar en grupo; prohibir el viaje
individual autodirigido; limitar las actividades económicas con empresas
vinculadas a las instituciones castrenses del Estado, limitar el número del
personal diplomático; en fin, reafirmar la política del bloqueo de los Estados
Unidos contra Cuba, debilitará al gobierno de la isla y colocará a los cubanos
que residen dentro y fuera de Cuba en una posición favorable a los intereses del
gobierno de los EE UU?
Al respecto, las
variables a considerar son tan diversas, como las modelaciones que sobre ellas
pudieran realizarse. Primero, que el empresario así lo crea, segundo que ni
siquiera repare en la trascendencia de la posición que asume o tercero que
siendo plenamente consciente de su actuar no niegue, hablando en términos
dialécticos, todo lo que en materia de aproximación de EE UU a Cuba le fuera legado
por la gestión de Obama.
De ahí que se considere como
muy importante disponer de la capacidad para analizar la correspondencia entre el
movimiento histórico de las políticas seguidas por los gobernantes anteriores a
Trump, en relación a la mayor de las Antillas y las recomendaciones que, en
este sentido, les han sido hecha por los tanques pensantes. Ello facilitará
subrayar, los aspectos más erráticos y a la vez eficaces de esta nueva política
hacia Cuba que, al parecer y a diferencia de la anterior, apuesta por exprimir haciendo
presión.
En este sentido y
posterior a las experiencias acumuladas en torno a formas no convencionales de
enfrentar a enemigos potenciales de los EE UU, los análisis, informes y
recomendaciones de los tanques pensantes imperiales, develan el empleo de una
estrategia contrahegemónica novedosa, cuya muy alta eficacia tiene entre sus
fundamentos la elaboración de modelaciones concebidas en concordancia y no en
discrepancia con las leyes esenciales de la dialéctica.
Hacer mucho más comprensible
la afirmación anterior es el objetivo de estas reflexiones. En ellas a partir
de analizar algunas de las ideas más recurrentes en las recomendaciones de los
tanques pensantes, se intenta determinar hasta qué punto las actuales
declaraciones y acciones del mandatario estadounidense se distancian o mantiene
dentro de la línea estratégica trazada por estos expertos en demolición
política.
PARALELISMO
O TRANSVERSALIDAD ENTRE LAS IDEAS DE TRUMP Y LAS RECOMENDACIONES DE LOS TANQUES
PENSANTES ESTADOUNIDENSES
La necesidad de cambiar
los métodos de combatir a la Revolución cubana como fenómeno político-social
que demostró ser capaz de fortalecerse en la misma medida que se incrementaba
la brutalidad de los ataques contra ella, dio al traste con la asimetría de las
nuevas acciones que en su contra se urdieran.
En la década los años 90,
en medio del recrudecimiento del bloqueo económico, los ataques mediáticos y atentados
terroristas, la Universidad Internacional de la Florida, (FIU) por primera vez en
1991, realiza una encuesta de opinión entre residentes cubano-americanos. Se
estudiaba el movimiento de las representaciones e imaginarios de lo que hasta
ese momento había sido la punta de lanza de las agresiones a Cuba, se evaluaba
en el terreno la pertinencia de un cambio en la estrategia de ataque.
Dentro de esa misma
década en 1999, una fecha aún distante de la subida al poder del único
presidente que en función de su cargo visitara Cuba posterior a 1959, uno de
los más antiguos tanques pensantes estadounidenses el
Council on Foreign Relations (CFR) (financiado principalmente por la familia
Rockefeller) sobre la base de estudios como los antes citados, emite un documento
con fecha 12 de enero titulado: “Relaciones
Cuba-Estados Unidos en el Siglo XXI”.
El clima propio de la agresividad manifiesta de los
gobiernos estadounidenses era inapropiado para permitir, en ese entonces, un
acercamiento que facilitara la contundencia demoledora del golpe que puede
darse desde la proximidad de una relación. De ahí que dentro de los objetivos a
perseguir por quienes realizan este estudio se encuentra esencialmente: propiciar
acercamientos de manera que los Estados Unidos estuvieran en mejores
condiciones de pasar a una segunda etapa de su política a largo plazo hacia
Cuba; trabajar para crear las mejores condiciones posibles para una transición
pacífica en Cuba y el surgimiento de una Cuba, estadounidensemente libre,
próspera y democrática en el siglo XXI.
Crear el clima apropiado entrañaría, modificar la
política seguida hasta entonces, dentro de la cual ser flexible era
convenientemente visto, por quienes hacen carrera política y dinero con el tema
Cuba, como una franca debilidad. Es por ello que aunque tenues, puedan
visibilizarse algunas trasformaciones que a su vez permiten identificar el
papel de agente de cambio que, los tanques pensantes, le confieren a la
comunidad cubano-americana residente en Estados Unidos. En correspondencia con
ello se emiten en 1999 por el Council on Foreign Relations las siguientes recomendaciones:
1.
Terminar las restricciones sobre las visitas
humanitarias.
2.
Aumentar el tope de las remesas.
3.
Permitir el retiro hacia Cuba de los
cubano-americanos.
4.
Promover la reunificación familiar.
5.
Restablecer el servicio postal directo.
Además de estas, el informe plantea otras veinte recomendaciones
relacionadas con sectores como el cultural-académico, el comercial y el
oficial. Este tipo de labor de análisis e investigación para la restructuración
de las políticas a seguir con América Latina y dentro de ella con Cuba se
continuará desarrollando durante la primera década del siglo XXI, teniendo
dentro de este proceso una singular significación el año 2008.
En el mes de mayo de este año La Brookings
Institution publicó un análisis de Abraham F. Lowenthal, con el título: “Hacia el mejoramiento de la cooperación en
las Américas” en este se tiene en cuenta como un aspecto a lograr, en
interés de dicha consolidación, el tema de las relaciones de EE UU con Cuba. Lowenthal
luego de reconocer la importancia creciente de América Latina para Estados
Unidos y la vida de sus ciudadanos, argumenta cómo en la década del 90 la
política hacia la región ha sido totalmente inefectiva. Lo cual fundamenta al
argumentar que esta, más que favorecer, ha perjudicado los intereses de Estados
Unidos. (En el informe se plantea que muchos países han tratado de buscar
soluciones económicas, nuevos mercados más ventajosos y relaciones más
respetuosas con China, Rusia, Irán, la Unión Europea y otros.
A esto le agrega
los cambios políticos desarrollados en la región, que han cambiado por completo
la situación que existía anteriormente y donde la política estadounidense
tampoco se ha mostrado efectiva en impedirlos o en que retrocedan.) Siguiendo
esta lógica el epígrafe VIII del informe se refiere a Cuba y destaca las
siguientes ideas:
- La política hacia Cuba reclama nuevas respuestas acorde a los cambios ocurridos en el mundo.
- La política de negación, exclusión y embargo (bloqueo) se desarrolló en el contexto de la Guerra Fría y no ha demostrado ser efectiva.
- La política de Estados Unidos debe tomar en consideración la transición que se está llevando a cabo en la dirigencia de Cuba, la evolución y transformación generacional de la comunidad Cubano-Americana y el incremento de los intereses de Estados Unidos en el país.
Sobre la base de estas reflexiones recomienda:
1.
La política estadounidense debe fomentar el criterio
de que Cuba y Estados Unidos puedan establecer una colaboración en los
siguientes asuntos de interés mutuo: migración, energía, narcóticos, medio
ambiente, salud pública y la prevención contra huracanes y otros desastres
naturales.
2.
Washington debe hacer todo lo posible por
incrementar los contactos familiares, académicos y no gubernamentales, ayudar a
reconstruir las comunicaciones y la confianza.
3.
La nueva administración debe ofrecer el
restablecimiento de relaciones diplomáticas sin poner condiciones para esto.
Tomando como referencia las propias afirmaciones
hechas por Abraham F. Lowenthal en el
citado informe puede advertirse que todas estas recomendaciones se realizan
en función de poder operar contra la Revolución cubana con mucha más facilidad.
Desde esta lógica luego de lograr el mejoramiento de las comunicaciones y el
establecimiento de una amplia cooperación, el gobierno de los Estados Unidos,
en colaboración con otros países, puede dar un mayor apoyo a los que en Cuba y
fuera de ella, quieren construir un gobierno cuya democracia sea acorde a las
necesidades estadounidenses. La comunidad Cubano Americana tendría mayores
posibilidades de jugar un papel importante en lo que suelen denominar
recuperación y desarrollo económico de la isla, pero que en esencia es el
traspaso de los bienes de esta a los
grandes monopolios.
Asimismo en mayo del 2008 La Brookings Institution
publica otro análisis con el título “Un
Proyecto para las Américas: Promover la democracia y fortalecer la Ley”; elaborado
esta vez por Lawrence Whitehead, Director del Centro de Estudios Mexicanos de
la Universidad de Oxford. Sobre este informe es importante destacar las
siguientes ideas:
Ø Estados
Unidos debe modificar su política. La política actual de Estados Unidos es de
“poder duro” deben dedicarse los esfuerzos necesarios para restaurar el “poder
blando”.
Ø Debe
redefinirse la política exterior estadounidense con el fin de enfatizar el
apoyo a las “democracias” y al “cumplimiento” de las leyes.
Ø EE
UU debe trazarse una estrategia acorde con la situación que vive el mundo
actual, que promueva el “multilateralismo” y el “respeto mutuo” en las
relaciones con sus aliados.
Ø En
el hemisferio occidental existen las mejores condiciones para que Estados
Unidos establezca una adecuada “cooperación” con los países de la región.
Ø Se
debe ofrecer a los países de América Latina un tipo de relación más aceptable
para que se alejen de los países europeos y de tendencias contrarias a Estados
Unidos, como las existentes en Venezuela.
En este informe en el epígrafe que se dedica
particularmente al análisis de las relaciones con Cuba como parte del problema
de las relaciones con América Latina, se hace evidente el pragmatismo del
estudio realizado sobre la realidad de la isla lo cual se demuestra en el modo
en que reconocen el control y los métodos con que trabaja, el Partido Comunista
de Cuba y por ende sus posibilidades de poder retener el poder aún por más
tiempo, por lo que concluyen que no pueden esperarse cambios drásticos en el
régimen cubano. Por esta razón consideran que sería más constructivo “apoyarlo”
(entiéndase minarlo), sobre la base de una relación segura, a tenor de esta
perspectiva recomienda:
1.
Aplicar medidas propias del “poder blando”, diferentes
a las adoptadas en 1996 mediante la Ley Helms Burton así como a las que se
adoptaron por la administración Bush al incrementar las sanciones y nombrar en
el Departamento de Estado un coordinador para la transición que debía
efectuarse en Cuba. El acercamiento multilateral puede ser más efectivo para
ayudar a los cubanos a democratizarse. Ayudaría además a mejorar la imagen de
EEUU en la región y serian mejor vistas por latinoamericanos, europeos e
inclusive ciudadanos estadounidenses, incluyendo los cubano-americanos.
2.
Poner fin al embargo (bloqueo económico) y comenzar
a realizar inversiones y actividades comerciales, como lo hacen otras empresas
extranjeras. Sería un paso altamente positivo que reproduciría medidas tomadas
en su momento con China y Vietnam, las cuales han dado magníficos resultados.
3.
Debe darse todo tipo de libertades para viajar a
Cuba, incluyendo visitas familiares, de negocios, académicas y culturales, todo
lo cual debilitaría las posiciones de los que mantienen una línea dura contra
Estados Unidos.
4.
Debe trabajarse con los aliados del hemisferio y
otras regiones para ofrecer a la Habana incentivos que promuevan su liberación.
El año 2008 es un periodo muy activo en materia de
análisis sobre las variantes estratégicas a seguir contra una Cuba que continua
teniendo grandes potencialidades subversivas y una alta significación simbólica
que carcome la hegemonía estadounidense en su área más próxima. De ahí que el
Council on Foreign Relations, en el mes de mayo, realice un nuevo estudio donde
presenta recomendaciones a seguir en relación a qué política son más eficaces
para guiar los vínculos de EE UU con un grupo de gobiernos latinoamericanos
hostiles a sus intereses estratégicos y aliados de Cuba.
Este informe denominado: “Relaciones Estados Unidos-América Latina. Una nueva dirección para una
nueva realidad”, recomienda no romper relaciones, con estos gobiernos sino
mantenerse y luchar desde adentro contra esos Estados que hacen avanzar el “comunismo”
Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y Nicaragua. La experiencia de la
Revolución cubana, hace, a este centro de pensamiento, recomendar preferir una
proximidad política incómoda pero operativa antes que un distanciamiento
políticamente cómodo pero ideológicamente inoperante. Este documento deviene en
una guía para la política exterior EE UU, hacia América Latina, incluyendo a Cuba.
ABRIR
CANALES FORMALES E INFORMALES CON CUBA
“Abrir
canales formales e informales con Cuba” es la máxima que
enuncia la política a seguir con la isla por el documento citado. Poder llegar
al país y que este llegue hasta EE UU es la idea que sintetiza las
recomendaciones hechas en mayo de 2008 por CFR a la administración
estadounidense. Esta sin abandonar el tradicional enunciado: “Cuba es un estado
autoritario y violador de los derechos humanos” deberá estimar la posibilidad
de que Estados Unidos juegue un rol mayor en promover los valores de una
sociedad abierta y establecer la base para un futuro pluralista.
Estas ideas se encuentran en correspondencia con el
plan, antes elaborado, por la USAID, denominado “Planificación para la Democracia y la Contingencia en Cuba. Los caminos
sugeridos, la administración Obama los analizaría tempranamente. El hecho de
que en este documento se expresen ideas asociadas a la necesidad de presionar a
Cuba de conjunto con los aliados de Europa, para introducir reformas
democráticas, no impide que a su vez se recomiende:
1.
Eliminar las sanciones económicas.
2. El Congreso de EEUU debe aprobar medidas
legislativas, como se ha hecho con las ventas agrícolas, orientadas a liberar
el comercio y los viajes a Cuba.
Estas medidas legislativas, persiguen otros propósitos
además de liberar el comercio y los viajes a Cuba, ese apenas es el medio, el
fin es lograr que todo lo que se haga pueda utilizarse para fortalecer las
“instituciones democráticas”. Partiendo de la tesis de que el momento es el
adecuado, se busca a toda costa mostrar al pueblo de Cuba, especialmente a las
jóvenes generaciones, que existe una alternativa a la permanente hostilidad
entre las dos naciones y que Estados Unidos puede jugar un papel positivo en el
futuro de Cuba.
Finalmente en el 2008, teniendo a su favor los
informes hasta aquí comentados es convocada por La Institución Brookings la
comisión: Alianza para las Américas (Resulta significativo cuan larga es la
lista de ex funcionarios de los gobiernos latinoamericanos que integran esta comisión
junto a: John Deutch: Ex secretario adjunto de Defensa y director de la Agencia
Central de Inteligencia. Al señor Deutch entre otros ex lo acompañan: Ernesto
Zedillo: Copresidente de la Comisión, Ex presidente de México, Jonathan Coles:
Ex ministro de Agricultura de Venezuela, Roberto Dañino: Ex primer ministro del
Perú, Celso Lafer Ex ministro del Exterior de Brasil, Ricardo Lagos: Ex
presidente de Chile, Billie Miller Ex primera ministra adjunta y ministra del
Exterior de Barbados, Jorge Quiroga Ex presidente de Bolivia y Eduardo Stein Ex
vicepresidente de Guatemala) ; la cual, en relación al objeto de análisis, en
su informe de fecha noviembre de 2008, al final de la cuarta y última sección
del documento incluyen, el tema de las relaciones Cuba EE.UU.
Esta última sección la denominan: Cuba y Estados Unidos: replanteamiento de
una relación problemática. Considerada por los sujetos que integran la
comisión como un asunto de menor magnitud, al de las cuatro áreas tratadas
antes que esta, se hace muy evidente cómo
el tema de las relaciones que EE UU necesita tener, como gran potencia,
con América Latina está en considerable medida condicionado por la capacidad
que tenga de disminuir la influencia de Cuba sobre los países del área.
Así lo corroboran varias de las reflexiones
contenidas por el informe y que por su particular significación, para la argumentación de la
idea antes defendida, se exponen a continuación:
Ø Las
relaciones entre Estados Unidos y Cuba han dominado desproporcionadamente la
política estadounidense hacia la región de América Latina y el Caribe (ALC)
durante años.
Ø Las
tensiones generadas a raíz de las políticas de EE. UU hacia Cuba han afectado
la imagen de aquel país en la región y han entorpecido la capacidad de
Washington para trabajar de manera constructiva con otros países.
Ø Abordar
la política de EE. UU. hacia Cuba tiene implicaciones que van más allá de la
relación bilateral y afectan, en términos generales, las relaciones
estadounidenses con el resto de América Latina y el Caribe.
Ø El
cambio político en Washington, junto con las recientes modificaciones
demográficas e ideológicas en la comunidad cubano-americana y el cambio de
liderato en Cuba, ofrecen una oportunidad valiosa para cambiar el rumbo.
La comisión Alianza
para las Américas, refiere que este último
punto de su informe, tocante a Cuba, es de menor significación que el resto de
los aspectos considerados en función de lograr el ejercicio más pleno posible de la hegemonía por parte de EE
UU en su área de máxima influencia; sin embargo es muy meticulosa en el
análisis multi-causal que realiza de aquellos aspectos que desde diversos
órdenes pueden catalizar la consecución de sus objetivos, al respecto señalan:
A pesar de que las reformas
decretadas (…) en Cuba han sido, en su mayoría, superficiales, podrían crear el
espacio para un cambio fundamental en la actividad política y económica. La
eliminación de restricciones al acceso a las instalaciones turísticas y a la
compra de teléfonos móviles y computadores promete tener un importante impacto
psicológico, que, a su vez, aumentará el contacto con el mundo exterior.
Asimismo, el Gobierno cubano ha eliminado recientemente todos los topes
salariales, ha comenzado a admitir bonificaciones por desempeño para algunas
profesiones asalariadas, ha liberado la venta de equipos agropecuarios y ha
comenzado a alquilar tierras estatales inactivas para aumentar la producción
agrícola.[1]
Prestan
además especial atención al tema del desarrollo económico de Cuba y al modo en
que este puede afectar las relaciones con Estados Unidos. Al hecho de que EE UU
sea el cuarto socio comercial más grande de Cuba; con ventas en 2007que
ascienden a cerca de $582 millones en productos, incluidos los gastos de envío.
Al tema de las inversiones que en Cuba se han estado realizando en el sector energético.
Tanto en lo referente al etanol obtenido de la caña de azúcar como al petróleo
extraído desde plataformas marítimas; en colaboración con compañías petroleras españolas,
canadienses, noruegas, brasileras e indias, entre otras que han obtenido
contratos para explorar las posibilidades de perforación marítima en las costas
cubanas.
Sobre
esta base realizan múltiples cálculos, por ejemplo: si las industrias del
etanol y del petróleo llegaran a concretar sus operaciones, en un periodo de
cinco o siete años, estas pudieran generar utilidades de entre $3.000 a $5.000
millones anuales las cuales fortalecerían la economía cubana reduciendo la
vulnerabilidad del Gobierno ante la presión política externa. Lo cual traería
consigo una plausible erosión del bloqueo que Estados Unidos mantiene sobre el
comercio con Cuba. En
consecuencia este tanque pensante recomienda:
1.
Levantar todas las restricciones que impiden a los
estadounidenses viajar a Cuba.
2.
Revocar todos los aspectos del embargo de
comunicaciones (radio, TV, Internet) y readaptar las regulaciones referentes al
comercio de equipos de comunicaciones de baja tecnología.
3.
Eliminar los topes y las restricciones para el
envío de remesas.
4.
Retirar a Cuba de la lista del Departamento de
Estado de patrocinadores estatales del terrorismo.
5.
Promover el intercambio de conocimiento,
autorizando el financiamiento federal de intercambios culturales, académicos y
deportivos, con el fin de promover una resocialización.
6.
Brindar asistencia a la población cubana en la
recuperación luego de desastres naturales y causados por el hombre.
7.
Fomentar un mayor contacto oficial y la cooperación
entre los diplomáticos y los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
8.
Terminar con la oposición a que organizaciones
regionales e internacionales sostengan relaciones políticas y económicas con
Cuba.
9.
Trabajar con los miembros de la Unión Europea y
otros países para crear un fondo multilateral para la sociedad civil que
capacite a potenciales emprendedores en gestión e innovación.
Como consecuencia de
esta amplia labor de análisis desplegada durante el 2008, los tanques pensantes
estadounidenses en 2009, estarían en mejores condiciones, para ampliar su labor.
Contarían con una sólida base sobre la cual realizar recomendaciones profundas,
objetivas, radicales y por ende de alta eficacia. Tendrían además a su favor, la
hábil gestión de una administración con un posicionamiento ideológico mucho más
pragmático-utilitarista combinación que resulta idónea para que muchas
instancias gubernamentales de mayoría demócrata o republicana estén dispuesta a
escuchar opciones transgresoras que, en pos de un único fin, demoler al
socialismo, transitaran por sendas diferentes a las seguidas inútilmente hasta
ahora.
SMART
POWER, EL
GOBIERNO DE OBAMA
En estas nuevas
condiciones históricas se hace necesario, entre la multiplicidad de análisis
que se hicieron sobre el tema del restablecimiento de las relaciones Estados
Unidos – Cuba como vía para la consecución del cambio, detenerse en el análisis
de dos de los informes elaborados por los tanques pensantes, a petición del
presidente Obama, en torno a cuyas recomendaciones se coincide, por parte de
los analistas sobre el tema, en plantear que son de las más dialécticas que se
le hayan realizado a una administración de los EE. UU.
Estos
informes son: “Options for Engagemet. A
Resource Guide for reforming U.S. Policy toward Cuba”. Elaborado
por el Lexington Institute, en abril del 2009 y “Cuba: Una nueva política de diálogo crítico y constructivo”. Elaborado igualmente en abril de 2009 por
un grupo de asesores del proyecto de Brookings sobre la política de Estados Unidos
hacia Cuba en transición.
El análisis, hasta aquí
desarrollado, de los documentos hechos por algunos de los centros de
pensamiento sobre Cuba, particularmente los dos últimos citados, arroja algo de
luz sobre el movimiento del proceso de construcción del diálogo con Cuba como
parte de la estrategia implementada para producir en la isla los cambios que interesan
a los EE. UU y que históricamente se han buscado, sin éxito, con el auxilio de
los más violentos modos.
Desde esta perspectiva,
el restablecimiento de relaciones entre la gran potencia y su insular vecino,
puede verse nítidamente como el resultado de la aplicación de una política
igualmente siniestra pero mucho más coherente con las condiciones históricas y
las necesidades hegemónicas de la gran nación del norte.
Esta afirmación
encuentra fundamento en los informes presentados por el Lexington Institute y
por el grupo de asesores del proyecto de Brookings. En el caso del primero se
constituye en un documento que abarca 14 problemáticas que condicionan en alto
grado la posibilidad de un restablecimiento de relaciones diplomáticas entre
ambos Estados. Se tienen en cuenta aspectos en los cuales se ha venido
trabajando sobre la base de recomendaciones ya analizadas con anterioridad como
es el caso de las exportaciones agrícolas, el desarrollo de una diplomacia
bilateral, la cooperación en temas de intereses comunes como la seguridad, los
problemas migratorios y las restricciones de los viajes a Cuba de ciudadanos
estadounidense o miembros de la comunidad cubano americana.
En todos los casos se
realiza, previa a la emisión de las recomendaciones, una valoración objetiva
del modo en que históricamente se ha comportado, la problemática que se
evalúa enfatizando en la ineficacia de
las políticas seguidas en esa dirección. La pluralidad de puntos abordados
deriva en un total de 74 recomendaciones. Estas están hechas con diferentes
grados de radicalidad de manera que la administración pueda optar por aquellas
que más se avienen con el complejo entramado de intereses con que debe lidiar
el inquilino de la Casa Blanca, en su no siempre, suficientemente, entendido
propósito de agilizar y viabilizar el derrocamiento del proyecto social
socialista cubano.
A diferencia de otros
informes en el orden cuanti-cualitativo este, se enfoca además en otros temas
que por su alto grado de conflictividad no habían sido tratados antes con un
espectro o abanico de opciones tan amplio como ocurre en este informe. Ese es el
caso de las sanciones extraterritoriales aplicadas por el gobierno de EE UU a
Cuba, las actividades en apoyo o para la construcción de la democracia en Cuba,
el estatus de la Base Naval de Guantánamo, la radio y TV Martí, las
reclamaciones sobre propiedades confiscadas por el Gobierno Revolucionario, las
acciones de asistencia o estimulación a la democracia en Cuba y la necesidad o
no de la existencia de la figura de un coordinador para la transición democrática
en el país.
De ahí el carácter, en
términos ideológicos, trasgresor de algunas de las propuestas realizadas por el
informe elaborado por el Lexington Institute. Estas generalmente por su
aparente radicalidad, resultar contradictorias y por ende rechazadas por los
desentendidos del uso de la teoría de la complejidad con fines políticos. Tal
es el caso de las siguientes propuestas:
Ø Dejar las transmisiones de TV
Martí y vender o transferir sus activos a otra entidad del gobierno.
Ø La eliminación de Cuba de la
lista de países patrocinadores del terrorismo o al menos la revisión del tema a
cargo de una investigación oficial que determine con objetividad la pertinencia
de mantener la isla en este listado.
Ø Instaurar mecanismos que sirvan
para monitorear y evaluar el progreso de los programas de ayuda, y calibrar con
mayor rigor el destino de los fondos asignados por la USAID.
Ø Clausurar la base naval de
Guantánamo o, como alternativa menos radical también propuesta, renegociar con
el gobierno de Cuba los términos sobre los cuales esta existe.
Ø Redoblar la comunicación entre
la Sección de Intereses de Estados Unidos en la isla y funcionarios del USAID.
Ø Abandonar la valija
diplomática para despachar correspondencia a los prisioneros de conciencia y
sus familias; y se opte por un tercer país.
Ø Permitir la entrada a EE UU de
miembros del Partido Comunista de Cuba.
Ø Restablecer las conversaciones
bilaterales sobre temas de inmigración y el aumento del número de visas para
inmigrantes cubanos (actualmente de 20,000).
Ø La abolición
de la figura del coordinador para una transición en Cuba.
Ø La
reincorporación de Cuba a las organizaciones multilaterales y regionales como
la OEA.
Ø Dejar sin efecto la política
de "pies secos/pies mojados'', que desde 1995 permite permanecer en el
país a los cubanos que lleguen ilegalmente a las costas de la Florida.
Ø La ayuda directa al pueblo de
Cuba en caso de catástrofes naturales como huracanes por parte del gobierno
norteamericano.
Semejantes
recomendaciones denotan un alto y amplio uso del método complejo en relación a
las opciones que se barajan en torno a Cuba. Toman la contradicción como
elemento que favorece el movimiento del fenómeno en la dirección menos lineal,
directa pero mucho más conveniente a los intereses estadounidenses.
Un claro ejemplo de
ello, en correspondencia con lo que aquí se recomienda, hubiese sido proponerle
al gobierno cubano el suministro de ayuda humanitaria a la población de la
parte más oriental del país, desde la base naval de Guantánamo, durante los
eventos meteorológicos que afectaron esta región durante al paso del huracán
Mathew en 2016. Independientemente de la respuesta que hubiese recibió esta
petición los resultados a largo plazo en ordenes como el político y el
ideológico hubiesen sido favorables para los EE UU.
Esta forma jugar al
billar político, fue temprana y hábilmente entendida por la administración
Obama y ello se corrobora con el segundo documento al que se hacía referencia “Cuba: Una nueva política de diálogo crítico
y constructivo”. El cual si bien no es, para el caso Cuba, el único
documento probatorio del amplio empleo del Smart Power, durante la
administración Obama, es suficientemente elocuente en relación a su uso.
Bajo la coordinación de Carlos Pascual
Vicepresidente y Director de política exterior del Brookings Institution y
Vicki Huddleston, experta asociada a esta institución; se logra nuclear un heterogéneo
grupo de asesores entre los que se cuentan diplomáticos como Jesús Gracia, ex
embajador de España en Cuba y Paul Hare ex embajador del Reino Unido en Cuba;
abogados, periodistas, catedráticos, así como un gran grupo de cubanos
americanos de activa militancia contra el gobierno de la Habana entre ellos el
Dr. Ramon Colás Co-Director Center for the Understanding of Cubans of African
Descent, Carlos Saladrigas Co-presidente Cuba Study Gro y Francisco José Hernández
Presidente Cuban American National Foundation. Organización tristemente célebre
por el empleo del terrorismo contra Cuba.
El resultado de este trabajo es un documento que
resume la visión de la mayoría de la posiciones asumidas para con Cuba
históricamente. En plena concordancia con el informe del Lexington Institute, estos
expertos realizaron simulaciones y discusiones útiles para lograr una mayor
objetividad en la comprensión de la compleja realidad política de la relación Estados
Unidos-Cuba. Analizan la respuesta de varios interesados y actores estratégicos
como el gobierno cubano, la sociedad civil y la comunidad tanto internacional
como cubano-americana; relacionándolas, mediante modelación, con la mayor variedad
de escenarios posibles, para identificar entonces, con el mayor grado de
certeza posible, los elementos que pudieran catalizar o coaccionar los cambios
políticos que interesan realizar a EE UU en la isla.
CONCLUSIONES
A tenor del mito de que es el congreso quien debe
legislar con el objetivo de cambiar la política de EE UU hacia Cuba, estos
especialistas se enfocan, desde el análisis histórico, en los modos en que el
presidente, rutinariamente, ha tomado acciones para intensificar o distender el
bloqueo en función de lo que en ese momento es más conveniente para los EE UU.
Desde esta perspectiva, recomiendan, aunque conocen que el presidente no tiene
autoridad para cancelar el embargo o levantar la prohibición de viaje, que
desmantele el actual bloqueo usando su autoridad para otorgar licencias que
posibiliten el comercio bilateral o permitiendo la exportación estadounidense
de ciertos bienes y servicios así como ampliando las categoría que permiten
viajes entre Cuba y EE UU.
La conclusión a la que arriban sintetiza el
conjunto de recomendaciones que los tanques pensantes han realizado durante más
de 20 años y que en la letra y espíritu de este texto se expresa así: Estados Unidos debería adoptar una política
de diálogo crítico y constructivo e implementarla unilateralmente. Con ese
objetivo el referido informe, a diferencia de todos los otros valorados, crea una
ruta crítica de acciones que, encontrándose en la esfera del poder ejecutivo, deben
desarrollarse a corto, mediano y largo plazo, para permitirle al presidente
Obama alinear la política de EE UU con la región y el momento histórico, así
como restaurar relaciones bilaterales
normales que aseguren alcanzar el grado de proximidad óptimo a los fines y
propósitos de la potencia imperial.
El actual mandatario de
los EE UU parecería obviar todo este complejo sistema de recomendaciones,
hechas por los tanques pensantes. La historia se encargará de probar si
realmente lo hará, si se distancia o mantiene dentro de la línea
estratégica trazada por estos expertos en demolición política. La experiencia
histórica muestra que aún las administraciones norteamericanas más agresivas permitieron la apertura de “puertas y
caminos” que les aseguraran proximidad a la nación cubana. Aunque con diferencias,
en relación a la política adoptada por el presidente Obama, son muchos los
especialistas que continúan sugiriendo el cambio en la política hacia Cuba,
como el camino más recto hacia la derrota del proyecto social cubano y esto
significa levantar el bloqueo e incrementar todo tipo de viajes de carácter
personal, familiar, comercial, académico y cultural, lo cual parecería estar
hoy muy distante de la posición y acciones del mandatario estadounidense.
Dr. Carlos Alberto Suarez Arcos. Coordinador OSULT.
Esp. Zahira Ojeda Bello