En Nuestra América, desde
inicios del siglo pasado proliferan los concursos de oratoria. El arte de
entrelazar las almas del orador y el público a través de la palabra hablada continua
teniendo cultores aún en la era de las redes sociales. La prueba más fehaciente
de esta afirmación es la existencia de foros, clubes, escuelas que a lo largo y
ancho de la geografía latinoamericana hacen patente la sentencia martiana que
reza: “… la palabra hablada funde mejor a los hombres que la palabra escrita.”