¡Cesares
del siglo XXI!
¡Civilizados
arrojadores de bombas nucleares!
¡Eminentísimos
torturadores!
¡Innombrables
amos de este mundo!
Todo
poderoso que puedes usar nuestras prendas pero no nuestra piel.
Sírvanse
ilustrarnos: Muéstrennos como llegar al cielo y olvidar la tierra tal y como ustedes pueden hacerlo.
Instruyan
a los pueblos de América que se aferran
a no vender su dignidad.; en el arte de salvar los grandes bancos y secuestrar
el futuro de sus jóvenes; esos que están
en las calles indignados porque no creen
en sus discursos.
Ayúdennos
a comprender que debemos regalarles nuestras selvas, nuestro oro, nuestra
plata, nuestro petróleo, nuestros ríos, nuestras vidas. ¡Nuestra alma! Para
luego correr en sus fronteras perseguidos por ser emigrantes ilegales.
Dispongan
desde el trono de sus monopolios: Qué porción de nuestras tierras tendrán el
honor de ser suyas y cuáles de nuestros
hermanos no podrán sentarse a nuestra mesa. Quiénes por necios, serán excluidos
del beneplácito de sus limosnas.
¡Oh!
Insuperables: taladores de culturas, tráiganse ese verbo estilizado a lo que pudo
ser cumbre y gracias a ustedes es: grieta. Y no respiren al prometernos ayuda.
¡Prometemos!:
no preguntar por qué hay bases militares donde se necesitan médicos y maestros,
ni por qué somos nosotros traficantes de drogas, si el mayor mercado, está al
norte; ni cómo piensas salvar nuestro mundo. Aunque sea difícil, muy difícil, trataremos
de creer en sus promesas y olvidar que pueden detener misiles en pleno vuelo
pero no pueden impedir que un niño sea baleado en su calle por ser negro.
¡Éxitos
en su empeño heraldo del imperio!
Esta,
la Cumbre de las Américas sigue siendo suya, así como estas ignorantes reflexiones
de este, salvaje y libre ser de Nuestra América.
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