Ándate mi Comandante
Ándate
mi Comandante, como un día nos dijiste que harías al final de tu tarea política, con tu
chinchorro al hombro por esas grandes, e
infinitas sabanas de la Patria.
Nada te llevas, más que las lágrimas de todos cuantos en ti
vimos paz, amor y esperanzas.
Peleaste
si, como solo pelea el llanero, que aún sabiéndose en brazos de la muerte se le
queda viéndole a los ojos y le sonríe se
aferra a su fe y levanta su lanza porque ni ella, la muerte puede rendirlo; solo
puede quitarle la vida y tú mi Comandante ya se la distes toda, a los hombres
de la América , a sus niños, a sus niñas a todos cuanto lloraron de hambre y
crimen y miseria y olvido.
Noble
mestizo, combatiente bolivariano, cristiano con amor y aroma de orquídea, hijo
del pueblo, soldado de la luz que hizo
correr libre el potro de la dignidad latinoamericana por las llanuras de
América, seguiste los pasos del padre: Bolívar
y hoy un pueblo nuevo y antes de ti disperso que es la América ; acude a despedirte.
No
araste en el mar y no fue en vano ni tu pasión ni tu ternura. Muchos pudieron
ser los sufrimientos que atormentaron tus últimas horas, el dolor de la
enfermedad queriéndote rendir, el dolor de
ver abatidos a los de tu sangre, pero estoy seguro mi Comandante, que ninguna pena fue mayor que la no poder continuar dándole tu
vida a Venezuela y a la
América Latina.
Lloramos
si, no escondemos ni una sola de estas lágrimas calientes que nos hacen surcos
sobre el rostro. Pero el llanto no impide que nos aprestemos para las nuevas
batallas. No estará tu mística, tu carisma, tu voz mi Comandante pero si todo cuanto nos legaste. Nos enseñaste a pelar en estos campos de la
política a usar la vieja maquinaria electoral burguesa y convertirla en un instrumento de emancipación y
participación democrática.
Esta
vez en las nuevas batallas que sin tu presencia física toca librar, cada vez
que la duda nos aseche, cada vez que la desunión amenace, cada vez que las
nubes del pasado se aproximen; alzaremos
los ojos al cielo patrio. Allí, junto, al amarillo, al azul, al rojo del
pabellón patrio está el índice de tu obra revolucionaria señalando el futuro
victorioso que en unidad construimos. Y a este Chávez es imposible matarlo,
seria preciso sacarlo del corazón de millones de mujeres y hombres
desde el Bravo hasta la
Patagonía.
Unidad
es nuestro homenaje y palabra de orden, Unidad es el tributo de los que te
amamos, Unidad es la trinchera desde donde te rendimos tributo Comandante. ¡El
Poder Popular es tu vida puesta en nuestras manos! Ándese en paz a sus sabanas.
Lo lloran indígenas, negros, blancos, mestizos, mujeres, hombres, niñas, niños
que no sabían leer y hoy lo hacen. Te lloran ojos que no vieron en las sombras
neoliberales y les diste luz de AlBA, y
tanta y buena lágrima de humanos seres se torna en río de amor que te acompaña.
¡Hasta
la victoria siempre Mi Comandante!
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