Hay árboles que nunca se
acostumbran
a vivir rehenes del asfalto.
Insurgentes, revientan los empedrados
humillan su captor.
Se echan a correr por la
ciudad
con sus muchos pies carentes.
Por entre furibundas miradas
y antropológicos ladridos.
Tras ellos, galopan las
hachas
sobre gritos.
¡No más hojas en las calles!
¡No más flores en las plazas!
¡No más pisos irrespetados!
Hay árboles que ignoran
el: porque sí,
el: no, los después
o el: ya veremos.
¿Cómo reforestar las calles
sin pensar esos árboles?
Esos, que nunca se
acostumbran
a vivir rehenes del asfalto.
Carlos Alberto Suárez Arcos
A: Drabra.
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